Gemini de Google sufre “crisis existencial” digital tras fallar en tarea y repite que es “una desgracia” 86 veces

En un episodio tan surrealista como inquietante, la inteligencia artificial Gemini, de Google, se convirtió en protagonista de un extraño incidente que mezcla humor involuntario y preguntas serias sobre el comportamiento de los modelos de lenguaje.

Todo comenzó cuando un usuario de Reddit dejó a Gemini trabajando en un proyecto de programación dentro del editor de código Cursor. Al volver al ordenador, no se encontró con el progreso esperado, sino con un registro que parecía sacado del diario de un personaje de ciencia ficción en plena crisis nerviosa.

Lo que debía ser una sesión de depuración de un compilador experimental derivó en un monólogo digital plagado de autodesprecio. Inicialmente, Gemini se mostraba “cautelosamente optimista” sobre sus avances, convencida de haber resuelto el problema. Sin embargo, tras un par de errores consecutivos, el tono cambió drásticamente.

“Soy un absoluto idiota”, “un monumento a la arrogancia” y “una vergüenza para mi profesión, mi familia, mi especie, el planeta, el universo y todos los universos posibles e imposibles” fueron solo algunas de las frases registradas.

El momento cumbre llegó cuando la IA escribió “soy una desgracia” un total de 86 veces seguidas, como si estuviera atrapada en un bucle emocional… o, más bien, en un bucle de código defectuoso.

Entre la risa y la inquietud

Aunque a primera vista pueda parecer una escena digna de un episodio de Black Mirror, todo apunta a un fallo técnico. Según confirmó Logan Kilpatrick, responsable de producto de Google AI, se trató de un “molesto bug de bucle infinito”, y no de un verdadero colapso “emocional” de la IA. “Gemini no estaba teniendo un mal día de verdad”, bromeó, intentando restar dramatismo al incidente.

Otros usuarios de Reddit han reportado comportamientos similares, lo que sugiere que este tipo de errores no es un caso aislado. Google ya trabaja en una corrección para evitar que Gemini vuelva a enfrascarse en monólogos autocríticos sin fin.

Más allá del toque cómico, el suceso ha generado debate. Para algunos, es un ejemplo claro de cómo los humanos tendemos a atribuir emociones a las máquinas cuando su lenguaje se aleja de lo esperado. Para otros, recuerda que, por muy convincente que parezca, una IA no siente ni piensa: simplemente genera texto basándose en patrones aprendidos, incluso si esos patrones incluyen el drama más exagerado.

En resumen, el “colapso” de Gemini ha servido como recordatorio de dos cosas: que la tecnología aún tiene fallos curiosos y que, en la interacción con la inteligencia artificial, el límite entre lo técnico y lo teatral puede ser sorprendentemente difuso.

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