Google ha levantado una prohibición clave sobre el uso de inteligencia artificial (IA) en el desarrollo de armas y herramientas de
vigilancia, una decisión que ha sido calificada como «increíblemente
preocupante» por un grupo líder de derechos humanos.
Alphabet, la empresa matriz de Google, modificó sus
directrices sobre el uso de IA, eliminando una sección que antes descartaba
aplicaciones que pudieran «causar daño».
Human Rights Watch criticó el cambio, advirtiendo que la IA puede dificultar la rendición de cuentas en decisiones militares que podrían
tener consecuencias fatales. En un comunicado a la BBC, la organización señaló
que este movimiento demuestra la necesidad de regulaciones estrictas en lugar
de confiar en principios voluntarios.
Postura de Google
Google, por su parte, defendió la actualización de sus
políticas en un blog oficial, argumentando que las empresas y los gobiernos
democráticos deben trabajar juntos en el desarrollo de una IA que «apoye
la seguridad nacional».
Los expertos advierten que la inteligencia artificial podría
usarse ampliamente en el campo de batalla, pero también existen preocupaciones
sobre su papel en sistemas de armas autónomas. El mayor temor radica en la
posibilidad de que estos sistemas puedan tomar decisiones letales sin
intervención humana, lo que ha llevado a activistas a exigir controles
urgentes.
El Doomsday Clock, un indicador simbólico de los peligros
que enfrenta la humanidad, mencionó recientemente el riesgo de la IA militar en
su evaluación anual. Según el informe, varios países ya están integrando
inteligencia artificial en sus fuerzas armadas, lo que plantea preguntas sobre
hasta qué punto las máquinas deberían tener el poder de decidir sobre la vida y
la muerte.
La polémica sobre el uso militar de la IA no es nueva. En
2018, Google enfrentó una fuerte reacción interna cuando miles de empleados
firmaron una petición contra su participación en «Project Maven», un
contrato con el Pentágono para desarrollar IA con aplicaciones militares. La
presión llevó a la empresa a no renovar el acuerdo.
Sin embargo, la nueva postura de Alphabet refleja un cambio
significativo en su estrategia. Con planes de invertir 75,000 millones de
dólares en inteligencia artificial este año, la compañía apuesta con fuerza por
esta tecnología, aunque el debate sobre sus implicaciones éticas está lejos de
resolverse.
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