Según una investigación publicada por el diario francés Libération, el histórico museo mantenía contraseñas triviales en sus servidores, entre ellas la palabra “LOUVRE”, usada para acceder al sistema de videovigilancia. Otro acceso interno usaba la clave “THALES”, correspondiente a uno de sus proveedores tecnológicos.
Las auditorías realizadas por la Agencia Nacional de la Seguridad de los Sistemas de Información (ANSSI) en 2014 y 2017 ya habían advertido de estas vulnerabilidades. Los expertos consiguieron infiltrarse fácilmente en la red del museo, manipular las cámaras y alterar los accesos mediante tarjetas electrónicas.
A pesar de los informes, el Louvre siguió operando con software de seguridad adquirido en 2003, ejecutado sobre hardware sin actualizaciones ni soporte técnico, lo que lo convertía en un blanco perfecto para ataques cibernéticos.
El robo que expuso una década de negligencia tecnológica
El asalto ocurrido el 18 de octubre de 2025, en el que fueron sustraídas joyas de la Corona por valor de 102 millones de dólares, dejó en evidencia la falta de medidas básicas de protección. Los ladrones, vestidos con chalecos reflectantes, actuaron a plena luz del día y escaparon dejando incluso una corona tirada durante la huida.
La investigación posterior reveló que no fue un golpe sofisticado, sino el resultado de un sistema de seguridad arcaico y vulnerable. Según los informes, el museo llevaba más de una década sin renovar sus protocolos ni reforzar su infraestructura informática.
Incluso en 2025, los sistemas del Louvre seguían dependiendo de software sin soporte y contraseñas fáciles de adivinar, algo que cualquier ciberdelincuente podría explotar con herramientas básicas.
El caso del Louvre es una lección para museos, universidades y entidades públicas de todo el mundo. La ciberseguridad no es un lujo, sino una necesidad básica. Expertos recomiendan adoptar medidas urgentes como:
- Sustituir sistemas operativos obsoletos y software sin soporte.
- Implementar contraseñas seguras y autenticación multifactor.
- Realizar auditorías periódicas de seguridad digital y física.
- Capacitar al personal para prevenir errores humanos.
El robo en el museo más famoso del planeta demuestra que ni los tesoros más protegidos están a salvo si la tecnología que los resguarda está atrapada en el pasado.
Conclusión: el Louvre, un símbolo cultural con seguridad del siglo pasado
El Museo del Louvre, hogar de la Mona Lisa y de miles de obras de valor incalculable, ha quedado en el centro de una tormenta mediática por fallos que podrían haberse evitado con medidas básicas. Usar “LOUVRE” como contraseña no solo resulta irónico, sino que refleja una falta de cultura digital alarmante en una institución de tal prestigio.
Mientras las autoridades francesas refuerzan la investigación, el caso sirve como recordatorio de que la historia y el arte necesitan seguridad moderna, y que el descuido tecnológico puede costar millones… o una reputación construida a lo largo de siglos.