Durante la reciente Ubuntu Summit, un tema acaparó la atención de los asistentes: un programador consiguió instalar y ejecutar el legendario videojuego Doom en un satélite en órbita. Sí, el clásico de 1993 no solo ha sido ejecutado en calculadoras, refrigeradores o pruebas absurdas de hardware, sino también en el espacio.
El responsable de esta hazaña fue Ólafur Waage, quien relató cómo su equipo participó en el desafío de hacking organizado por la Agencia Espacial Europea (ESA) y consiguió que Doom corriera a bordo del satélite OPS-SAT, una pequeña plataforma experimental de apenas 30 centímetros de largo, diseñada para probar nuevas tecnologías de control y sistemas a bordo.
El OPS-SAT fue descrito por la ESA como un “laboratorio volador”, equipado con un computador hasta 10 veces más potente que cualquier otro satélite europeo en su momento. Su misión: permitir a investigadores y hackers explorar los límites de la informática espacial. Entre los logros conseguidos con esta iniciativa se incluyen el primer entrenamiento de una IA en órbita, el primer juego de ajedrez espacial y la primera transacción bursátil desde el espacio. Pero ninguno tan emblemático como el momento en que Doom conquistó las estrellas.
Cómo lograron ejecutar Doom en el espacio
Pese a su reputación como “el juego que corre en cualquier cosa”, hacer funcionar Doom en un satélite no fue tarea sencilla. Waage explicó que el entorno de software del OPS-SAT era limitado, y el equipo no podía simplemente subir todos los archivos necesarios para compilar el juego. Además, cada grupo tenía un tiempo reducido para cargar y ejecutar su código, lo que hacía imposible probar el juego en tiempo real.
En su primer intento, utilizaron Chocolate Doom, una versión fiel al código original que depende de la biblioteca SDL para sonido y gráficos. Aunque el juego se ejecutó correctamente, no hubo salida visual, ya que el satélite no cuenta con pantalla alguna. Sin embargo, lograron confirmar el funcionamiento mediante los datos del sistema: el porcentaje completado y los enemigos eliminados.
No satisfechos con eso, el equipo decidió ir más allá. Utilizaron doomgeneric, un port adaptable que permite redirigir la salida gráfica a una tarjeta de video virtual, de la cual pudieron capturar imágenes del juego “corriendo” en el entorno espacial.
Pero el toque final fue lo que convirtió esta prueba técnica en una obra de arte geek: reemplazaron los fondos del juego con fotografías reales de la Tierra tomadas por la cámara del satélite. El resultado fue un Doom ambientado literalmente en el espacio, con paisajes terrestres como telón de fondo.
Por supuesto, el experimento trajo nuevos desafíos. Las imágenes capturadas por el satélite eran de alta resolución, muy superiores a lo que el motor de Doom podía procesar. Para resolverlo, el equipo utilizó un modelo de inteligencia artificial a bordo, creado por otro grupo, que redujo y adaptó las fotos a formato de 8 bits sin perder demasiada calidad.
Con eso, el equipo de Waage logró un hito histórico: ejecutar Doom más allá de la atmósfera terrestre. Una demostración tan técnica como poética de cómo la curiosidad y la creatividad siguen impulsando la informática… incluso en el espacio.